viernes, 24 de marzo de 2017

Relato de un adolescente gay

Era uno de esos días aburridos de vacaciones, donde por mas que gastes horas y horas pensando, no se te ocurriría nada interesante para pasar el tiempo. 
Un compañero del instituto me invitó a pasar el día en su casa: jugando a la playstation, comiendo pizza, viendo pelis, y esas cosas... 
Acepté la invitación sin pensarlo, ya que a mi me encantaba pasar tiempo con él. A David lo describiría como un chico simpático, payaso, atento, ubicado y a la vez bromista. Físicamente es moreno, de pelo castaño oscuro, cara angelical, ojos marrones claros, labios seductores y contextura física de un adolescente de 15 años, delgado, pero a la vez manteniendo una forma marcada y un tanto voluminosa. En síntesis, David me encantaba. 
Nuestra relación podría llegar a ser calificada como de mejores amigos. Pero, yo rompía la barrera de los sentimientos, me gustaba muchísimo. Yo sospechaba que él no hacía mucha diferencia. Uno de los factores de mi sospecha era que conmigo se comportaba de manera diferente que con los demás... Era mas conservado, aunque mejor dicho, mas tímido. Pero de todas maneras, yo no permitía que esa timidez influyera en nuestra amistad y produjera tensión, así que siempre buscaba una forma de romper el hielo, ya que muchas veces que yo lo acompañaba a la parada del bus él se quedaba callado. Otro factor eran las miradas en clases: muchas veces nos pillábamos mirándonos y dábamos vuelta la cabeza haciéndonos los desentendidos. Por último, cada vez que había contacto físico, yo lo notaba incómodo y por mas normal que fuera el contacto, él trataba de evitarlo... 
Sin embargo, yo adentraba todo eso en la sección de paranoias mías y nada mas. David, era completamente heterosexual, había tenido varias novias, y, hasta algunas noches salíamos a ligar juntos. 
Ese día, pasamos toda la tarde jugando al PES 2011, aunque a mi no me gustaba el fútbol, a él le hacía mucha ilusión enseñarme... Yo no le podía decir que no. En un momento, yo hice un gol. De la emoción los dos nos paramos y espontáneamente nos abrazamos, cuando nos soltamos, nuestras miradas sonrientes quedaron estáticas por unos segundos, hasta que no aguanté mas, me acojoné, y me senté. Seguimos jugando hasta que se hizo de noche. 
Yo le dije que me tenía que ir, pero el me insistió que me quedara a hacerle compañía, ya que la casa estaba completamente sola... Yo accedí, y pedí permiso a mis padres para quedarme. Le dije que pidiéramos pizza y viéramos una peli de terror. El me dijo que si, pero que era muy miedoso, y yo me reí. 
Jugamos un rato mas al PES hasta que llegó la pizza, y pusimos la película, de exorcismos, como a mi me gustan. Estábamos los dos sentados en el sofá, bastante cerca uno de otro. Yo lo veía todo espantado, agarrado de las piernas, y me reía mas todavía. En un momento, él se asustó, e instintivamente me abrazó. Me abrazó por unos segundos, hasta que me soltó, quedándonos así cara a cara y nuestros rostros a centímetros de distancia. Yo no aguanté mas, y fui acercando tímidamente mis labios hacia los suyos. David estaba inmóvil, pero mantenía su mirada en mis ojos. Yo continué acercándome hasta quedar a milímetros de su boca, cogí su mano, y lo besé tierna mente. David me siguió el juego. Continuamos besándonos, hasta que caímos acostados en el sofá, jugando con nuestras bocas. Yo acerqué mi mano hasta su abdomen, muy trabajado, y que había deseado tocar desde que lo veía en la piscina esos días de verano. Seguimos así hasta que quise pasar al otro nivel. Pero cuando con mi mano le toqué, él bruscamente se sentó, y yo también lo hice. Nos miramos. Pronunció mi nombre, y yo me levanté, fui hacia la puerta, y me marché hacia casa. Esa noche no pude pegar ojo pensando en lo que pasó. Fue muy extraño, una mezcla de sensaciones raras: excitación, sorpresa, adrenalina, tal vez amor. Pero, principalmente, había un desarrollo, que debía desenlazar.